HONEY GROVE, Texas — Abigail Rubio, de 16 años, estaba almorzando en la cafetería de la Escuela Secundaria de Honey Grove cuando supo que ICE estaba haciendo una redada en la fábrica de tráileres donde trabajaba su papá. “¿Oyeron lo que ocurrió en Load Trail?” preguntó una amiga. Abigail, o Abby, como la llaman sus amigas y su familia, acudió a los medios sociales. En Snapchat, una amiga le preguntó si había hablado con su papá. La amiga dijo que había autobuses y helicópteros afuera de la planta.
“Fue en ese momento cuando me impactó”, dijo la tímida estudiante de tercer año que practica el deporte de correr a campo traviesa y toca la pandereta en la banda de su iglesia pentecostal. “Rompí a llorar”.
El 28 de agosto, helicópteros y cientos de agentes hicieron una redada en Load Trail, una de varias fábricas que manufacturan tráileres en los alrededores de Sumner, un pueblo rural en el noreste de Texas cerca de la frontera con Oklahoma. Ciento cincuenta y nueve trabajadores — entre ellos soldadores, pintores, y terminadores — fueron arrestados por delitos de inmigración. En su inmensa mayoría eran hombres de origen mexicano.
Fue una de las más grandes redadas en un centro de trabajo en los últimos 10 años, dijo Katrina Berger, agente especial a cargo de las investigaciones del Departamento de Seguridad Nacional en Dallas, en una conferencia de prensa. Cuando The Hechinger Report visitó la fábrica seis semanas más tarde — mucho después de marcharse los helicópteros y los trabajadores en su mayoría habían sido puestos en libertad bajo fianza — un alto nivel de miedo y ansiedad todavía permanecía en el lugar, familias enteras sumidas en una inseguridad emocional, legal y económica.
Pero en este pequeño pueblo de Texas donde los viernes por la noche pertenecen al fútbol americano de escuela secundaria, el superintendente Todd Morrison decidió que estas no eran dificultades que las familias debieran enfrentar solas. Según aumentan los arrestos de ICE y el presidente Trump redobla sus esfuerzos con su línea dura en inmigración, la opción de ayudar — o no —a estudiantes y a sus familias indocumentadas más allá de las paredes de la escuela es algo que más y más educadores enfrentan.
El corpulento y canoso Morrison, que dirige el Distrito Escolar Independiente de Honey Grove, que abarca 645 estudiantes en sus escuelas primarias, intermedias y secundarias, dice que nueve padres o guardianes de estudiantes de Honey Grove fueron detenidos durante la redada de Load Trail.
“Estos son magníficos padres y familias de Honey Grove. Son algunos de nuestros mejores padres y alumnos”, dijo Morrison, sentado debajo de una hilera de fotos de familias en su amplia oficina y una bandera americana enmarcada en una pared adyacente. “Estos padres, si uno los llama, son los primeros en acudir a la escuela porque se preocupan por la educación de sus hijos. Son pilares de nuestra comunidad”.
El día siguiente de la redada, Morrison acompañó a familiares de los arrestados a la Iglesia Evangélica Filadelfia, una iglesia con una congregación mayormente de inmigrantes, para que pudieran recibir asesoría legal de los abogados voluntarios reunidos allí. Su primera prioridad era ayudar a las familias a averiguar dónde estaban detenidos sus seres queridos — algunos habían sido llevados a Alvarado, otros a Oklahoma City — y luego procurar depositar las requeridas fianzas para que regresaran a sus casas.
En los días y semanas siguientes, Morrison se aseguró que los consejeros escolares estuvieran disponibles para los alumnos afectados. El director de la escuela secundaria y él acompañaron a los padres a sus comparecencias ante la corte en Dallas para darles apoyo y ayudar a negociar el proceso. Les dijo a los miembros de la facultad que si querían enviar cartas en nombre de alumnos y familias para que los abogados las presentaran en la corte, podían hacerlo. (Lo hicieron.) Y él también recaudó miles de dólares.
Morrison sabe que si el hogar de un alumno cae en una crisis, le será difícil asistir a la escuela y aprender. Ese grado de comprensión está respaldado por investigaciones durante la última década sobre el impacto de las redadas de ICE en los niños, el trauma que los niños enfrentan cuando un padre es detenido o deportado; y el papel de las escuelas es apoyar a los niños en esas circunstancia. Morrison también cree firmemente que si hay algo que las escuelas pueden hacer para ayudar a aliviar el sufrimiento de los alumnos, deben hacerlo.
Honey Grove no es el único distrito escolar que lidia con el trauma de la inmigración. En todo el país, distritos y maestros están respondiendo tras las medidas severas de Trump en inmigración. En una serie de artículos que documentan cómo el debate sobre inmigración está afectando a los estudiantes, The Hechinger Report ha hablado con docenas de escuelas en todo el país donde los maestros, consejeros y administradores están ayudando a los alumnos a sobrellevar el estrés de los traumáticos cruces de la frontera, las redadas y las deportaciones.
Pero acaso ninguno haya sido tan osado como la valentía de los educadores de Honey Grove, situados como están en lo profundo de un territorio de pequeños pueblos pro-Trump.
Honey Grove (cuya población es de aproximadamente 1,700 personas) está ubicado en el Condado de Fannin, unas 20 millas al oeste del centro de la ciudad de Paris, y se considera a sí mismo como “El pueblo más dulce de Texas”. Es una comunidad mayormente blanca, de clase trabajadora. “No somos más que un viejo pueblo de campo, eso es lo que somos”, dijo Morrison.
El distrito escolar es el mayor empleador del pueblo, y muchos adultos trabajan en las fábricas locales de tráileres o en fábricas en el cercano pueblo de Sherman, donde Tyson Foods es el más grande empleador. Según el censo, alrededor del 11 por ciento de los residentes son mexicanos. Morrison calcula que una cuarta parte de sus alumnos también lo son.
La iglesia que Morrison visitó después de la redada, la Iglesia Evangélica Filadelfia, en Paris, continua siendo un centro para los que procuran asesoría legal, alimentos donados y artículos de aseo personal o simplemente apoyo. El pastor Moisés Navarrete dice que dos familias en su pequeña congregación tuvieron familiares arrestados en la redada de Load Trail, pero docenas más han visitado el templo en los días y semanas posteriores.
Uno de esos visitantes, Mayra, quien solamente dio su primer nombre y cuyo esposo, hermano y padre fueron arrestados, pasó por la iglesia en octubre. Había utilizado su casa como colateral para poder costear un abogado, dijo, y todo ese estrés está afectando a sus hijas, Abigail, de 8 años, y Camila, de 6. “Ahora mismo Abigail está muy contrariada”, dijo Mayra. “Se disgusta por cualquier cosa. Yo le pregunto, ‘¿Qué es lo que pasa, Abigail?’ y ella contesta, ‘No sé, mamá’. Se va al otro cuarto y se tira en la cama a llorar”. Su hija más pequeña ha empezado a orinarse en la cama por la noche.
La madre de Abby Rubio, alumna de tercer año en la Escuela Secundaria Honey Grove, también estuvo en la iglesia. El esposo de Oralia Rubio, Hermenegildo — padre de Abby —ha estado haciendo ahora distintos trabajos menores desde que fue arrestado en Load Trail, donde trabajó durante 22 años. Oralia ve la conmoción que la situación les causa a sus cuatro hijos, Adam, de 10 años, Noemí, de 13, Abby y Danny, de 20.
“Es difícil”, dijo en español, secándose las lágrimas. “Están muy preocupados. ¿Qué explicación les puedo dar?”
Con Hermenegildo desempleado, el hogar de los Rubio está muy apretado de dinero, especialmente después de la fianza de $7,500. Hay que pagar la hipoteca, las cuentas de electricidad y agua, la mensualidad del automóvil de Danny. Menos mal que su matrícula del colegio universitario está pagada hasta el semestre del otoño.
Hermenegildo recordó un día reciente en que Oralia y él hablaban de sus finanzas al alcance del oído de su hijo menor, Adam, que parecía estar absorto en su juego de video.
“Él estaba jugando allí y de repente dijo: ‘Pa, tengo $30. Te los puedo dar’”.
Los hijos de los Rubio tienen la voz suave, buenos modales y son concienzudos, innegablemente americanos. Adam sigue el fútbol y juega béisbol y Roblox. Noemí y Abby corren a campo traviesa, tocan la flauta y siguen series televisivas de adolescentes como Fuller House, Riverdale y 13 Reasons Why. Danny estudia medicina deportiva en el colegio universitario junior de Paris. Él también trabajaba un turno de noche en Load Trail, ganando $14 la hora haciendo trabajos de retoque: poniendo tornillos que faltan, arreglando áreas mal pintadas o cables sueltos. Después de la redada, la compañía eliminó el segundo turno por falta de personal, por lo que Danny usa ese tiempo ayudando a sus hermanos con las tareas escolares o llevándolos en su auto a la escuela y a otras actividades.
Los cuatro chicos entendían el estatus migratorio de sus padres. Pero eso no hizo el arresto de su padre menos traumático.
“Ha sido muy duro ver por lo que mi papá ha tenido que pasar y todo lo que ellos dos han estado tratando de hacer”, dijo Abby, sentada en un enorme sofá de cuero en la sala de estar, donde hay fotos familiares, velas y arreglos florales artificiales sobre tapetes tejidos. “Nunca imaginé que esto nos podría ocurrir”.
Después de todo, ambos padres habían vivido aquí desde mediados de los años 1990. Vinieron como lo hacen muchos inmigrantes, en busca de un futuro mejor para sus familias en sus países de origen y para la familia futura que esperaban crear.
Hermenegildo tenía 17 años y trabajaba en los campos de caña de azúcar de San Luis Potosí, un estado en el centro de México, cuando cruzó la frontera de México a Estados Unidos en 1992. Trabajó en Houston hasta que un tío que vivía más al norte lo ayudó a conseguir un trabajo en un rancho en Honey Grove. Oralia vino en 1996. Tenía 21 años y había estudiado para asistente de contador en Monterrey, pero no encontró trabajo. Obtuvo un empleo en una finca de productos lácteos en Texas, y luego lavando platos y cocinando en un restaurante. Se conocieron en una iglesia bautista a la que asistían y se casaron en 1997. Tuvieron a Danny el siguiente año.
Trabajaban duro, pagaban sus impuestos, criaron a cuatro hijos, eran activos en su iglesia y la comunidad, y eran ciudadanos modelos a pesar de ser indocumentados.
Pero igual eran muchos de los arrestados en Load Trail en agosto. Abogados de inmigración que representan a algunas de las familias dicen que la redada es de cierto modo única entre el número de personas sin antecedentes criminales que han vivido en Estados Unidos durante mucho tiempo, a veces décadas.
Lisa Peterson, una psicóloga escolar del distrito escolar de Dallas, ha trabajado con estudiantes que han tenido algún padre recientemente detenido o deportado. Ella dice que lo más importante que una escuela puede hacer es brindar un lugar seguro para los alumnos y sus padres. “Es realmente importante que las familias sepan que no somos lugares donde su seguridad está en riesgo”, dijo ella.
Tan pronto como Morrison supo de la redada, reunió a todo el personal para averiguar cuáles alumnos tenían un padre trabajando en Load Trail, y luego reunió a esos alumnos para explicarles lo que estaba pasando. “Tratamos de agarrar el toro por los cuernos”, dijo. “No queríamos que vieran algo en Facebook o recibieran una llamada antes de tener toda la información”.
Morrison recordó que los alumnos más jóvenes estaban especialmente consternados. “Era el miedo a lo desconocido, y sigue siendo el miedo a lo desconocido”, dijo.
Contactó también a donantes individuales que él pensaba sentirían empatía con la situación.
Morrison distribuyó el dinero que recaudó en forma de tarjetas Visa de regalo que las familias pueden utilizar para pagar la cuenta de la electricidad, la gasolina, comprar víveres o cubrir citas médicas. “Estas familias tienen orgullo. No andan buscando dádivas. Solo necesitan un poco de ayuda para superar esta situación hasta que el padre de familia pueda regresar a trabajar y recibir sus jornales”, dijo.
La familia Rubio dice que el apoyo de la escuela marca una diferencia. El ex entrenador de Danny en la secundaria Honey Grove lo contactó para asegurarse de que estaba bien. El consejero de la escuela de Abby la llamó para consolarla. El mismo consejero y un grupo de maestros y administradores escribieron cartas al juez, “explicando que somos buenos estudiantes y no merecemos que nos separen de nuestro papá”, dijo Abby. “Me complace que están preocupados y ayudando”, añadió.
“Son muy atentos”, dijo Oralia. “Les preguntan a los alumnos cómo va el caso de su papá. No quieren que los niños estén tristes. Están preocupados por ellos”.
Morrison dijo que no ha recibido presión negativa de otros padres que tal vez apoyan un trato más fuerte contra inmigrantes que trabajan en Estados Unidos ilegalmente. Atribuye eso al hecho de que él se crio aquí, se graduó de la Escuela Secundaria Honey Grove y ha trabajado en el distrito durante 20 años como maestro, entrenador de fútbol americano y director de escuela antes de ser superintendente.
“En su gran mayoría nuestra comunidad tiene confianza en la escuela”, dijo.
Pero él no juzga a otros distritos que están menos inclinados a tomar acciones similares en favor de sus alumnos.
“Cada distrito escolar tiene que hacer lo que mejor se ajusta a su comunidad. Yo estoy haciendo lo que yo pienso que se ajusta a la comunidad de Honey Grove”, dijo Morrison.
Cerca del 80 por ciento de los votantes del Condado de Fannin apoyó a Donald Trump en la elección presidencial de 2016, en la que la inmigración y la seguridad de la frontera fueron temas notoriamente polémicos. En la campaña populista de Trump sus seguidores coreaban “¡Construyan ese muro!” en los mítines electorales en todo el país y el propio candidato se refirió a inmigrantes mexicanos como narcotraficantes, violadores y, “algunos, imagino”, son buenas personas.
De modo que no es una gran sorpresa que los arrestos de ICE aumentaran después de él tomar posesión en enero de 2017 y firmar una orden ejecutiva, titulada ‘Realce de la seguridad pública en el interior de Estados Unidos’, la cual expandió la ejecución de las autoridades de inmigración contra personas con graves antecedentes criminales.
(A pesar de este aumento, el total de arrestos de ICE en 2017 fue menos de la mitad de lo que fueron en 2009 después de que el presidente Obama tomó posesión.)
La oficina de ICE en Dallas, cuya jurisdicción incluye a Sumner y Honey Grove, se convirtió en la más agresiva del país, según el Centro de Investigación Pew. No solamente Dallas realizó el mayor número de arrestos (16,520) en el año fiscal de 2017, sino que también tuvo el mayor aumento en comparación con el año anterior.
En el Red Onion, un rústico restaurante en una calle adyacente a la carretera de E. Main Street, los clientes oyeron la noticia de la redada.
Jeff Moxon, un mecánico que vive en Honey Grove, dijo que la noticia le hizo pensar en sus clientes mexicanos.
“Son clientes realmente buenos y honestos”, dijo. “Pagan sus cuentas, no discuten … Lamento oír esto, pero la ley es la ley”.
Harvey Milton, que trabajó en escuelas públicas durante 56 años, incluyendo como superintendente de Honey Grove de 1984 a 2001, dijo que tenía sentimientos encontrados.
“Estas personas vienen aquí a mejorar sus vidas pero están violando la ley” dijo. “Esos chicos que teníamos en la escuela, no recuerdo que ninguno haya causado problemas”.
Patsy, su esposa durante 62 años, estaba sentada frente a él.
“Me dan pena esas personas”, dijo ella gentilmente.
La mayoría de las personas arrestadas presentarán una petición de “cancelación de expulsión” — un ajuste de estatus migratorio que les permite evitar la deportación y obtener una tarjeta de residente. Para cualificar, deben probar que han vivido en Estados Unidos durante los últimos 10 años, tener un carácter de buena moralidad, ninguna condena judicial y — he aquí la parte complicada — tener un hijo o hija, un cónyuge o padre o madre que tenga ciudadanía americana o sea residente permanente legal y que enfrentaría “privaciones excepcionales y extremadamente inusuales” si la persona arrestada es deportada.
“Son requisitos enormes”, dijo Jennifer de Haro, abogada gerente de RAICES, una organización sin fines de lucro basada en Texas que provee servicios legales gratis y de bajo costo a inmigrantes y refugiados, incluyendo a algunas de las familias de Load Trail. De Haro dice que un caso típico que cumple con los requisitos es cuando un hijo o hija padece de una enfermedad grave que no puede recibir tratamiento de calidad en su país de origen. “Hemos visto casos que parecen presentar privaciones extremas pero que de todos modos el juez los rechaza porque la privación es comparable a lo que una familia sufriría si fuera dividida”.
Otra abogada, Belinda Arroyo, que también representa a familias de Load Trail, cree que Hermenegildo debe poder presentar privación excepcional “acumulativa” por ser el único proveedor de cuatro hijos americanos.
Pero que el juez esté de acuerdo es otra historia.
Danny, sin embargo, dice que el confía en que a su papá le será permitido quedarse.
“Mi papá es una buena persona. Tiene un récord limpio. Lo único que hace es ocuparse de su familia, apoyarla, y ayudar a otros cuando puede”, dijo. “No tiene malos genes. Estoy seguro de que el juez va a ver eso”.
Traducido por Carlos Verdecia.
Este artículo sobre escuelas y redadas de ICE ha sido producido por The Hechinger Report, una organización de noticias independiente sin fines de lucro enfocada en la desigualdad y la innovación en la educación. Inscríbase al boletín informativo de Hechinger.